El reciente informe de la OCDE (22 de noviembre) señala que en el escenario global no se está viviendo una recesión, sino una desaceleración. En el 2023 se mantendrá una inflación alta, aunque decreciente en muchos países. Los riesgos siguen siendo significativos y la política tiene un papel crucial que desempeñar. Aunque en el estudio se plantea mantener el encarecimiento del crédito, hay que tener en cuenta que el impacto social no es igual en los países desarrollados que en los países en vías de desarrollo, donde hacerlo incrementaría la pobreza y pobreza extrema; este es el caso de Perú, uno de los países más informales del mundo (80%), que actualmente se enfrenta a una quinta ola de covid-19.
Según la OCDE, la energía limpia será crucial para diversificar el suministro de energía y garantizar la seguridad energética. En el Perú, que actualmente importa el 80% del petróleo que consumimos, causa fundamental de la inflación, podríamos controlarla con el aumento de consumo del gas natural y de energías renovables, de las cuales disponemos de reservas y condiciones naturales propicias para generarlas.
El informe proyecta que el PIB en Perú crecerá un 2.6% en 2023 y un 2.9% en 2024, impulsado principalmente por una mayor producción y exportaciones mineras y la recuperación del turismo. Aquí vale la pena recordar que antes de la pandemia (2019), el Perú tuvo más de 4 millones de turistas, sin embargo, la pandemia redujo 10 veces el turismo receptivo y el turismo interno 4 veces. Para fines del 2022 se prevé, en el mejor de los casos, que se llegue a dos millones de turistas, es decir el 50% de lo que había antes de la pandemia, cuando el turismo ocupaba laboralmente a 1.4 millones de personas formales e informales, por lo que es un sector que debió ser privilegiado en la ley de presupuesto para recuperar por lo menos un millón de puestos de trabajo.
A pesar de que la inflación está en una trayectoria descendente, esta alcanzó 5.7% en octubre, lo que todavía es alto. Los principales impulsores de la inflación han sido el aumento de los precios de los alimentos y la energía. Además, la moneda se depreció en medio de incertidumbres políticas internas y mundiales. Los aumentos salariales se han contenido y los salarios reales cayeron un 1.3% respecto al año anterior en agosto.
Para proteger a los hogares de la alta inflación, el Gobierno ha entregado cupones a los pobres para comprar gas para cocinar y para alimentos, y se han aumentado las transferencias de efectivo a los hogares vulnerables y a los ancianos. Además, se ha tomado medidas de emergencia, como la exclusión de la mayoría de los impuestos sobre la gasolina; sin embargo, según la consultora Vox Populi, en el mercado limeño encontramos gasolina (de 90, 95 y 97) de Petroperú en Ate 30% más barata que en grifos de Repsol en Santiago de Surco el mismo día.
El retraso en la creación de empleos formales y los altos niveles de pobreza señalan la necesidad de brindar apoyo fiscal específico; aquí hay que señalar que la pobreza extrema en el Perú está ubicada en la zona andina quechuahablante y en las periferias de las ciudades como Lima, sin luz, agua ni desagüe. Pero aquí el problema no es únicamente económico, sino lingüístico, porque los quechuahablantes, al no disponer en su lengua nativa de palabras tecnológicas y económicas en quechua, tienen muy poca productividad, de ahí la necesidad de enriquecer al quechua con palabras de tecnología, economía y emprendimiento que no existen oficialmente.
Con la disminución de las presiones inflacionarias, el Banco Central pronto finalizará el ciclo de endurecimiento de la política monetaria, manteniendo tasas oficiales; entendemos que las mismas dependen de que el costo social no sea extremo.
La inversión pública será moderada debido a la ejecución presupuestaria local y regional estructuralmente baja. El crecimiento del PIB se recuperará en 2024 a medida que las condiciones monetarias se relajen y el crecimiento mundial aumente. La inflación debería converger lentamente hacia el objetivo del 2% para la segunda mitad de 2024.
La OCDE nos dice que el aumento de la productividad y la inversión dependerán de una competencia más fuerte, una infraestructura pública de mayor calidad y una capacidad estatal mejorada. Una mayor inversión en energías renovables puede ayudar a diversificar la economía y aumentar la productividad, al tiempo que reduce la dependencia de los combustibles fósiles.
Por ECO. José Linares Gallo