El próximo año tendremos elecciones municipales y, para Lima, se perfilan algunos candidatos particularmente abogados, sociólogos, psicólogos, políticos casi retirados y excandidatos a las últimas elecciones generales, con la expectativa de que una gestión municipal, buena o mala, los catapulte a su candidatura presidencial dentro de 5 años.
Pocos son los políticos estadistas, porque deben pensar y actuar, prioritariamente, por el bienestar de las próximas generaciones, pues la política es ciencia de resultados. Sin embargo, a los políticos tradicionales solo les interesa sus resultados en las próximas elecciones.
El perfil de un político estadista requiere de capacidad de estrategia, conocimiento de ciencia y tecnología, disposición para el aprendizaje y el cambio en base su experiencia acumulada, sólidos valores sociales y familiares, experiencia administrativa, y mucha intuición, que le permita ver con claridad los problemas que le toca superar en momentos de confusión e incertidumbre.
Estas capacidades y su liderazgo se van construyendo dentro de partidos políticos sólidos, es decir, los que articulan en su proyecto político las actividades y las dinámicas de los estudiantes universitarios, de los sindicatos, de los empresarios comprometidos con su país, y de la población en general.
En este contexto, creo necesario recordar el único mandato municipal efectuado por Luis Bedoya Reyes (1964-1969), quien tuvo una visión de largo plazo de Lima como capital de la República, y logró, en pocos años, la obra vial más importante que ha tenido Lima, a partir de un crédito que él gestionara en el exterior, de 10 millones de dólares, con lo cual se construyó el Zanjón (sin duda de Bedoya), con el apoyo del Arquitecto Ernesto Aramburú.
Bedoya también movilizó las tierras que salieron del Zanjón para ser llevadas a la Costa Verde, iniciándose la construcción del Circuito de Playas, que ya lleva 50 años sin terminar.
La decisión de Alan García de evitar que el tren eléctrico circulara por donde antes había circulado el tranvía (convertido en el zanjón de Bedoya), desvió el objetivo de que el tren llegara al Centro de Lima; lo que permitió que Luis Castañeda Lossio reeditara los ICAROS (que ya circulaban en el zanjón) y los rebautizara como Metropolitanos, lo que le sirvió para justificar tres periodos en el cargo, y que intentara ser presidente del país. Sin embargo, debe considerarse el perjuicio que le ocasionó a los vecinos de Barranco, quienes vieron su distrito partido a la mitad por la vía del Metropolitano.
Anteriormente, a través de dos mandatos, Alberto Andrade, exitoso alcalde de Miraflores, sentó las bases de lo que hoy es Lima. Después de él, solo con actividades cosméticas, los sucesivos alcaldes han tratado de justificar que la experiencia obtenida en Miraflores era la mejor carta de presentación para ser alcalde de Lima.
Este absurdo no tiene en cuenta que la realidad de Miraflores es totalmente distinta a la del centro de Lima, rodeado de conos de expansión (al norte, sur y este) y, por el contrario, toma de referencia el facilismo del ejercicio de la gestión municipal en el distrito más rico del Perú. Esto ha generado el abandono de Lima Metropolitana, y nos permite hoy, ya con poco tiempo, reflexionar sobre cuál es el perfil que se requiere para que Lima, ex Ciudad Jardín, hoy Lima la Horrible (Sebastián Salazar Bondy), encuentre a un alcalde con las cualidades del mejor alcalde que ha tenido nuestra capital durante la República: Luis Bedoya Reyes, quien fuera el primer alcalde de Lima electo por votación popular.
Es cierto que Lima enfrenta muchas dificultades, pero considero que gran parte de estas se deben a que no existe una política de desarrollo urbano integral, con articulación de lo productivo, servicios y vivienda. Otro factor a tomar en cuenta es el exceso de distritos que la conforman (43 distritos en total, que, muchas veces, se superponen territorialmente), lo que dificulta al alcalde de Lima articular sus obras con la de sus distritos, pues al tener tantos alcaldes, tiene que coordinar, prácticamente, con una asamblea.
Por ECO. José Linares Gallo