José Linares

Después de la Segunda Guerra Mundial, el oro se convirtió en uno de los bienes de inversión más preciados, que nunca dejó de crecer. El patrón oro representaba una equivalencia del dinero que un Estado podía emitir. Este patrón estuvo activo hasta el año 1971, cuando el presidente de EE.UU., Nixon, decidió terminar con la convertibilidad del dólar al oro (activos separados). Actualmente las reservas de los países se respaldan más en dólares que en oro.

La emisión, en EE.UU., de cinco billones de dólares para mitigar el impacto de la crisis sanitaria, la fuerte expansión de la tasa de inflación que supera el 8%, y el continuo aumento de las tasas de interés para controlarla, han generado un escenario de volatilidad del dólar, que se acentúa debido a la guerra en Ucrania, la desaceleración económica mundial y la menor influencia de los petrodólares en el mercado energético (consecuencia de que Rusia y China ahora solo compran y venden petróleo con su propia moneda; en el caso del yuan, convertible a oro). Esto ha generado que los inversionistas (públicos y privados) busquen seguridad y cobertura en el oro.

Según el Consejo Mundial del Oro, su mercado ha tenido un comienzo sólido en 2022; la demanda de oro del primer trimestre fue un 34% superior al primer trimestre de 2021, llegando a 1,234 toneladas, y el precio del oro en dólares estadounidenses aumentó un 8 %.

Sin embargo, las reservas mundiales de oro de los bancos centrales tuvieron un comportamiento moderado, solo crecieron en 84 toneladas netas en el primer trimestre de este año. Se espera que los bancos centrales continúen siendo positivos con sus reservas de oro, ya que es un activo estratégico que puede ser utilizado tanto para la gestión de liquidez a corto plazo como para ser un depósito de valor a largo plazo; una gestión activa de reservas utiliza el oro como garantía de depósitos.

En el contexto mundial, en 2020 y 2021, algunos países buscaron aprovechar la coyuntura de precios altos del oro y vendieron parte de sus reservas. Kazajistán, un país productor de oro, vendió 177 toneladas, manteniendo 385 toneladas de reservas en su banco central. En América Latina, Colombia en 2020 vendió 37.8 toneladas, quedándose únicamente con 18.9; para reponerlas, actualmente el gobierno colombiano ha centralizado la compra de oro. Respecto a otros países de la región, Venezuela tiene 161.2 toneladas (30 embargadas en Inglaterra), México 119.9, Brasil 67.4, Argentina 54.9, Bolivia 42.5 y Ecuador 16.9.

Perú, uno de los más grandes productores de oro en el mundo, que tiene aproximadamente 2,800 toneladas métricas de reservas mineras de oro, es uno de los países de la región que menos de este metal tiene en su Banco Central de Reserva (BCRP): desde 2011 son solo alrededor de 35 toneladas. La producción peruana anual promedio de oro es de 160 toneladas, de las cuales cerca de 40 toneladas son producidas por la minería informal; en este caso, una de las formas de aumentar reservas de oro y aprovechar su alto precio, sería centralizar la compra y a la vez formalizar la producción, disminuyendo la depredación del medio ambiente.

Según el BCRP, las reservas internacionales netas (RIN), que están compuestas por monedas convertibles, oro y Derechos Especiales de Giro, al 4 de mayo de 2022, fueron de US$ 77,063 millones, equivalente al 34% del PBI. Al cierre de febrero de 2022, las inversiones internacionales del BCRP fueron de 26% en depósitos en divisas, 71% en valores, y sólo 3% en oro.

En el Perú, dado el alto grado de dolarización, resulta importante mantener la estabilidad cambiaria, de lo contrario podría aumentar la inflación. La coyuntura internacional de altos precios del oro y la volatilidad del dólar debería llevarnos a incrementar las reservas de oro del Banco Central de Reserva, con lo cual mejoraríamos la situación económica del país frente a la incertidumbre interna y mundial.

Por ECO. José Linares Gallo

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