Por Eco. José Linares Gallo
Eso es lo que seguramente se preguntan ahora mismo muchos analistas políticos que solo veían nubarrones en la política nacional y predecían la llegada de un outsider que, como el fenómeno de El Niño, podría dejar destruido al país tras su recorrido.
En efecto el reciente discurso de Keiko desde Harvard varía considerablemente el decurso del próximo proceso electoral. De eso no cabe duda. Keiko, desde hace tiempo, candidata con un tercio de las preferencias electorales al reconocer y criticar los pasivos políticos heredados, podría romper el techo que le impedía crecer. Y rompería además el aislamiento con algunos sectores pensantes del país.
Con este golpe de timón Keiko podría ganar fácilmente el centro, algo que hasta ahora le ha sido esquivo a casi todos los candidatos. Y desde esta posición le sería mucho más fácil convocar a electores, pero también a nuevos cuadros que aireen el rancio clima de la política peruana. De esta manera el 50% previsto en la actual constitución no sería inalcanzable, como hasta ahora lo ha sido.
La casi auto-flagelación política que ha hecho Keiko tiene un sentido sanatorio. De hecho es muy usado en la política estadounidense reconocer errores y pedir perdón. Lo han hecho grandes y pequeños. No es extraño por lo tanto que esta autocrítica venga desde Harvard bajo la atenta mirada (¿y asesoría?) del politólogo estadounidense Steven Levitsky.
Levitzky podría ser parte de las espaldas académicas que Keiko viene construyéndose y en este contexto, Hernando de Soto, antiguo asesor informal de esa tienda política tal vez ya no volvería a serlo.
No le faltan oropeles a este investigador de la realidad latinoamericana cuyo trabajo se ha concentrado en autoritarismo y democratización así como informalidad y debilidad institucional. Y en la actualidad es Profesor de Gobierno de la Universidad de Harvard.
Con buenas espaldas académicas el proceso electoral podría ganar en términos de propuestas y la crítica mordaz sobre la escasa experticia de keiKo, bajaría apreciablemente. Antes bien keiko podría lucir asertiva en el proceso electoral y sacar lustre a su condición de profesional graduada en otra universidad gringa de prestigio (Columbia University) algo que antes reclamaba en exclusiva otro candidato que estudió en Stanford.
Hasta la candidatura de PPK sufriría una merma ya que sus créditos académicos no serían singulares. Y si antes Fujimori representó en el imaginario colectivo de la gente la laboriosidad y conocimiento de la cultura oriental, hoy su heredera representaría la quintaesencia del conocimiento occidental. En este maridaje político peruano –estadounidense, el esposo de Keiko, también egresado de universidades estadounidenses, sumaría.
Pero este juego de enroque político felizmente no es de suma cero, por lo menos para los electores ya que está jugada obligará a los demás candidatos y a la propia Keiko, a exhibir sus mejores ideas y sus mejores cuadros académicos y gerenciales. En el proceso se decantarán propuestas inviables y hasta disparatadas: ¡que las hay! Y también las clientelistas: ¡que como siempre sobran!