José Linares

FOTO: ciga.pucp.edu.pe
FOTO: ciga.pucp.edu.pe

Por Eco. José Linares Gallo

El incremento de los flujos migratorios, el aumento de la inversión extranjera, el incremento del comercio mundial y la expansión de mundos virtuales y de redes sociales por internet, son manifestaciones de un mismo fenómeno: la globalización.

En el mundo de hoy son los satélites, el cable, la fibra de vidrio y las capacidades multiplicadas de navegación y aeronavegación los que unifican el mundo. Por estas nuevas vías se comunican y se trasladan no solo soldados o mercaderes, sino millones de personas que se reunifican con sus paisanos (100 millones viven fuera de sus países), o que hacen turismo (563 millones solo en Europa) o que se reúnen en redes educativas (34 millones en Edmodo-USA). Transitan, además, cientos de productos, activos financieros, millones de megas de información y de mensajes, sacudiendo a la totalidad de países desde sus cimientos demandándoles ser cada vez más competitivos. Pero  ¿Qué tan preparado está el Perú para sacar provecho de ello?

¿Qué tan preparado está el Perú para sacar provecho de la globalización?

El Perú , todos los sabemos, pasa por un buen momento histórico. Tres sucesivos gobiernos democráticos, dos periodos y medio de crecimiento positivo de la economía y una tasa de pobreza que viene reduciéndose, aunque en forma desproporcional, al crecimiento económico.

100 millones de personas viven fuera de sus países

Estos indicadores no bastan. Antes bien, las cifras positivas a nivel macroeconómico parecen habernos deslumbrado tanto que ya no tenemos capacidad de vislumbrar nuestro futuro inmediato. Y por eso lucimos impávidos, despreocupados y parsimoniosos respecto a una crisis educativa de la cual fuimos notificados por la  Pruebas Pisa en la década del 90. Muchos autores han escrito y demostrado hasta la saciedad que un país no solo depende de su “capital financiero”, sino principalmente de su “capital humano”. Es decir, del stock resultante de sumar el nivel de conocimiento y las habilidades de cada uno de los individuos que conforman una Nación.

El Perú pasa por un buen momento económico, pero no educativo

Otros autores, con mucha razón, han enfatizado también el valor del “capital social”. Es decir, el grado de confianza, la capacidad de asociarse y de relacionarse unos con otros y el respeto a las instituciones. Y en este tema, al igual que en lo antes señalado, nos encontramos en la cola de Naciones, incluso detrás de algunas menos prosperas económicamente hablando.

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Un país no solo depende de su “capital financiero”, sino principalmente de su “capital humano”

Pareciera que estos autores hubiesen escrito en un idioma de cuyo entendimiento solo somos excluidos los peruanos.  Sino, véase el bajo porcentaje del PBI que invertimos en la educación, la frecuente devolución al Tesoro de presupuestos educativos no ejecutados, la ya añosa media jornada escolar, las demoras en tomar decisiones, etcétera, etcétera. Actuamos como si no pasara nada, mientras nuestra educación se cae a pedazos.

El Perú tiene un gran déficit de capital humano y de capital social que no le permite avanzar hacia el desarrollo

¿Hasta cuándo podremos los peruanos mantener la nariz a flote? No es fácil de saber. Pero tal vez la desaceleración de la economía radique, más que en las decisiones del MEF, en el hecho que nuestro sustrato cultural y educativo es insuficiente para seguir adelante en esta atropellada carrera donde todo vale y nada cuenta.

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