Desde principios de año, un rápido deterioro de las perspectivas de crecimiento, junto con el aumento de la inflación y el endurecimiento de las condiciones financieras, marcan las condiciones para una recesión mundial. Por ello, el Banco Mundial recientemente ha publicado el documento de trabajo “¿Es la recesión mundial inminente?”, donde nos presenta un análisis sistemático de la evolución reciente de la actividad y políticas económicas y sus perspectivas, cuyas conclusiones señalamos:
En 2022, la posibilidad de una recesión global viene preocupando cada vez más a los formuladores de políticas, ya que han observado el rápido deterioro de las perspectivas de crecimiento en medio de una inflación galopante. Los pronósticos recientes sugieren que la economía mundial experimentará su caída más pronunciada durante los próximos dos años. Los estimados de crecimiento para los Estados Unidos (6.2% de inflación acumulada), la zona del euro (dentro de las inflaciones acumuladas más altas: Italia 7.1% y Alemania 6.9%) y China (1.9% de inflación acumulada) también se han reducido significativamente. El estudio prevé que entre el 2021 y 2023, el crecimiento mundial se desacelere en 3.4%.
Las preocupaciones sobre la alta inflación y el creciente riesgo de desanclaje de las expectativas de inflación ya han llevado a un endurecimiento significativo de la política monetaria en muchos países. Al mismo tiempo, una marcada erosión del espacio fiscal, y presiones de exceso de demanda, así como un menor impacto de la pandemia, han llevado a retiros del apoyo fiscal. Como resultado, la economía mundial se encuentra en medio de un episodio simultáneo de endurecimiento de la política monetaria y fiscal.
Si el grado de endurecimiento de la política monetaria mundial prevista actualmente por los mercados no es suficiente para reducir la inflación a sus metas, la experiencia de recesiones mundiales pasadas sugiere un endurecimiento adicional, que podría generar una tensión financiera significativa y desencadenar una recesión mundial en 2023.
Sin embargo, la economía global podría escapar de una recesión; un endurecimiento adicional de la política monetaria requeriría que se implemente de tal manera que genere un ajuste ordenado en los mercados financieros. Y los formuladores de políticas deben utilizar todas las opciones disponibles para adelantarse a la inflación y reducir la probabilidad de una caída más pronunciada del crecimiento.
Se requiere marcos de política monetaria creíbles, para anclar con mayor fuerza las expectativas de inflación, reduciendo el grado de endurecimiento de las políticas necesario para lograr la desinflación deseada. A largo plazo, los beneficios de la estabilidad de precios, incluida la reducción de la incertidumbre política y la volatilidad macroeconómica, superarán los costos de una política monetaria restrictiva a corto plazo.
El ritmo y la magnitud del retiro del apoyo fiscal deben calibrarse finamente y alinearse estrechamente con planes fiscales creíbles a mediano plazo. Siendo importante la sostenibilidad de la deuda a largo plazo, fortalecer los marcos fiscales, mejorar la transparencia de la deuda, mejorar las funciones de gestión de la deuda y mejorar la movilización de recursos y la eficiencia del gasto. Al mismo tiempo, la política fiscal debe proporcionar un alivio específico para proteger a los hogares vulnerables, en lugar de introducir medidas distorsionadoras como subsidios y controles de precios.
Las Políticas financieras deben reconstruir las reservas de divisas y realinearlas prudentemente, para prepararse para posibles tensiones financieras. Asimismo, con políticas prudentes, se debería controlar la exposición del sistema bancario a la volatilidad del tipo de cambio y de la calidad crediticia y solidez bancaria.
Se deben enfrentar las limitaciones de la oferta que afectan los mercados de energía, los mercados laborales y el comercio internacional, para ayudar a la lucha contra la inflación y adicionalmente, mejorar la productividad y las perspectivas de crecimiento a largo plazo.
En nuestro país, el BCRP elevó en setiembre la tasa de interés de referencia de 6.50% a 6.75%, estando a la espera la subida de octubre. La inflación sigue por encima de la meta (3%), llegando a setiembre a 6.89% de inflación acumulada. El dólar bordea los S/. 3.96. Mientras las proyecciones oficiales de crecimiento del PBI para 2022 han caído de 3.3% a 3.1%; y las medidas de reactivación del programa “Impulso Perú”, esperan la aprobación de las normas legales propuestas.
Hasta el mes de junio, el Banco Mundial estimaba que la economía peruana crecería 3.1% este año. Sin embargo, recientemente, la ha reducido a 2.7% al cierre del 2022, es decir, una reducción de 0.4% en el segundo semestre. En este contexto internacional, no podemos continuar con la confrontación política que genera aún más inestabilidad para el país.