José Linares

 

Por Eco. José Linares Gallo

 

El grado de inclinación promedio de un país suele ser un indicador que informa sobre las dificultades  geográficas que tiene un país para poner en marcha sus políticas públicas.

En el Perú la inclinación promedio es sumamente acentuada. De hecho es mayor que la de Bolivia. Y este hecho, en algo explica, por ejemplo que nuestros vecinos del centro tengan mejor cobertura de agua y desagüe que la nuestra.

Nuestra geografía impide, en principio, la formación de pueblos grandes. Y como consecuencia los pueblos no devienen en ciudades. Ni los negocios en empresas.

Desde la perspectiva del Estado atender a poblaciones que se agrupan en pequeñas comunidades de no más de 500 habitantes (y en el Perú son gran parte de su población) encarece sobremanera los servicios públicos.

Esta es la razón por la que, por ejemplo, los proyectos de electrificación rural no sean atractivos a la inversión privada y requieran de la participación del Estado.

Felizmente en este tema hay una continuidad de políticas. Nótese que de 11.1 millones ejecutados el año 1993 se ha pasado a un monto de 332 millones de Nuevos Soles para el año 2014.

La tendencia de inversión ha ido avanzando con la disponibilidad de caja debida a nuestro crecimiento económico y, felizmente, al compás de la experticia que ha ido adquiriendo el Estado en la ejecución de este tipo de proyectos.

Si tomamos el período 1993-2014, el Estado peruano ha ejecutado una inversión total de 5 mil 131 millones de Nuevos Soles.  Y ojo, más de la mitad de este presupuesto (2800 millones)  ha sido ejecutado en los últimos 5 años.

Pero no todo es color de rosa. La llegada de la electricidad a estos sectores apartados ha mejorado su bienestar y su capacidad de disfrute. Sin embargo aun cuando ha habido esta notable inversión el Estado ha invertido casi cero en proyectos para promover los usos productivos de la electricidad

De hecho solo se conoce hasta el momento de tres (03) modestas consultorías pagadas por el Estado entre el 2013 y el 2015. Sigue en compás de espera por lo tanto la ejecución de proyectos de uso productivo, tal como bombeo de agua potable y regadío, panaderías, pequeñas soldadoras, aserraderos, acuicultura, etc.

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