Eco. José Linares Gallo
Pese a un titular casi panfletario de un conocido medio de comunicación que tras los resultados electorales recientes sugiere en grandes titulares que la población habría dado UN VUELCO A LA DERECHA, este proceso electoral, en realidad, ha sido pródigo en coincidencias. Y principalmente podría decirse de él que es “una apuesta por el cambio”.
Para empezar hay que recordar que tal como sucesivos estudios han mostrado en diversas partes del mundo, con la “caída del muro” el elector común y corriente no se identifica más con la vieja dicotomía izquierda-derecha, de manera que motejar a quienes prefieren a Mendoza como electores “de izquierda” y “de derecha” a quienes prefieren a Keiko y PPK, es bastante anacrónico sino arbitrario.
La vida en este nuevo mundo globalizado mantiene por supuesto tonalidades. Pero ya no todo todo es blanco y negro. Y un análisis sin anteojeras ideológicas permitiría ver que una gran mayoría del electorado peruano en realidad ha votado por el cambio. Visto —por supuesto— desde la propia y personalísima perspectiva de cada elector. Tal vez desde aquella que más afecta su desarrollo personal o su ensoñada visión de país.
Para quienes son agobiados día a día por la inseguridad EL CAMBIO probablemente significaría una renovación y selección acuciosa de nuestros policías, fiscales y magistrados de manera que nuestro sistema de justicia devenga paulatinamente en incorruptible.
Para quienes tienen clara conciencia que la corrupción es una gigantesca traba para la expansión de las inversiones privadas o para la asignación juiciosa del gasto público, la dotación de políticas que aseguren la transparencia, el control ciudadano y cero tolerancia a la IMPUNIDAD pueden resultar EL CAMBIO que anhelan.
Para quienes aún no tienen cubiertas sus necesidades más elementales (tales como energía, agua y desagüe) EL CAMBIO deseado tampoco está asociado con la dicotomía izquierda – derecha. Sino antes bien con la diada TENER-NO TENER. Gozar de las condiciones sanitarias que solo el agua potable garantiza o tener la posibilidad de estudiar o disfrutar la vida más allá del horario solar es EL CAMBIO más preciado.
Como predicaba la campaña de PPK en primera vuelta, muchos pobladores del interior de nuestro país “se han hecho viejos” esperando infructuosamente que el agua o la electricidad llegue también a sus respectivos pueblos. Algo que en su particular manera de decir también lo han dicho Mendoza y Keiko. Desde esta perspectiva sería antojadizo expresar quien de los tres candidatos más votados representa más a cabalidad el interés legítimo de cambio de estos grandes sectores de la población.
El supuesto continuismo que Keiko imprimiría a un eventual gobierno liderado por ella soslaya que ha sido ella la que ha recorrido durante cinco años el país, ciudad x ciudad, pueblo x pueblo, comunidad x comunidad. Escuchando, conversando y asumiendo compromisos con el Perú real. De manera que aunque ya liberada de “la mochila” de los pasivos fundacionales de su partido hoy carga “una mochila más pesada y atiborrada” esta vez de la esperanza de grandes sectores poblacionales con los cuales ha tenido contacto directo y a los cuales será mucho más difícil olvidar. Keiko ha creado así su propia fuente de presión social. Y tal vez una manera más personal de hacer política. Acorde con los tiempos.
Igualmente tanto Keiko, PPK y Mendoza han centrado su mensaje en la nueva relación que debería haber entre Estado y ciudadanos: ciudadanos más empoderados y servidores públicos más sensibles ha dicho cada uno de ellos. Y los tres candidatos aunque han estado por igual cerca al poder, no lo suficiente —funcional y temporalmente— como para hacerlos corresponsables de los males que aun aquejan a nuestro país. Antes bien representan —con más o menos experticia gubernamental—el cambio.