Por Eco. José Linares Gallo
En el primer capítulo del libro La Máquina de los Niños, Papert nos invita a imaginar la llegada de un grupo de viajeros del tiempo integrado por cirujanos, ingenieros y docentes. Todos ellos ansiosos por conocer cuánto había cambiado la medicina, la educación y la ingeniería, al cabo de cien años.
Los médicos perplejos con los protocolos de la asepsia, el proceso de anestesia y los destellos de los aparatos electrónicos, pronto comprobarían su incapacidad para conocer el objetivo del cirujano, así como la utilidad de aquellos “extraños instrumentos” de quirófano moderno. Los docentes, en cambio, aunque percibirán algunos cambios en las técnicas de enseñanza (sin llegar a un consenso si eran para bien o mal) y uno que otro objeto extraño en el aula, serian perfectamente capaces de encargarse de la clase.
Con este relato, Papert buscó graficar el divorcio que ha existido a lo largo de los años entre tecnología y educación. Cabero, Durarte y Barroso en su trabajo “La piedra angular” hablaban ya de la incorporación de los medios audiovisuales, informáticos y nuevas tecnologías en los contextos educativos destacan la preocupación de otro prestigioso miembro del MIT de Boston:
“Negroponte en su trabajo sobre el mundo digital, llama la atención respecto a cómo en investigaciones realizadas por el Departamento de Educación de EE.UU., el 84% de los profesores consideran indispensable para los centros un tipo de tecnología: una fotocopiadora con suficiente suministro de papel”.
Aunque esto puede seguir siendo cierto para una gran mayoría de países, también es innegable que asistimos a una fase embrionaria donde comienza a aparecer, con mayor frecuencia, programas educativos fuertemente vinculados con la tecnología.
Paradójicamente, esta preocupación se muestra mayor para el caso de países como el nuestro que se encuentra en vías de desarrollo. Son aleccionadoras, a este respecto, las palabras de Papert cuando comentando los logros del programa peruano de robótica educativa Infoescuela expresó que, impulsados por nuestros propias necesidades, lideraremos “la formación del entorno de aprendizaje en la era digital”.
De lo que se trata, en suma, es que la revolución científico tecnológica así como nos impone nuevos retos, igualmente nos da la posibilidad de generar mentes desarrolladas, aun cuando seamos países en vías de desarrollo.