Por Eco. José Linares Gallo
En 2015, según lo anunciado por el Presidente Humala en el Congreso de la República, el Ministerio de Educación implementará “la Política Nacional de Enseñanza del Inglés de tal manera que al 2021 todos los escolares egresen con un nivel de conversación de inglés que les facilite ser ciudadanos del mundo” [1] El anuncio no podía ser más oportuno en momentos que el Perú intensifica sus lazos comerciales con el exterior. Pero, además una medida estratégica, la enseñanza de este idioma caería muy bien en una educación secundaria carente de “valor agregado” o utilidad para la vida diaria. Véase sino el incremento exponencial de la capacidad instalada de conocidos institutos de idiomas que hoy día lucen superpoblados con alumnos de estratos populares.
En épocas del paradigma “constructivista” del aprendizaje, no queda muy claro por dónde transitaría nuestra forma de enseñar, ya que aún los institutos de inglés de mayor reputación de nuestro medio distan mucho de poder ser calificados de constructivistas. De hecho, todos estos institutos aplican modelos traídos desde el extranjero. Su visión, mayoritariamente, es desde una perspectiva anglo-parlante.
Esta circunstancia tal vez explique que, aún los descendientes de latinoamericanos nacidos en Estados Unidos, tengan serias deficiencias en transitar con propiedad en ese idioma que se supone es su lengua nativa. A ellos les toca asumir el mismo reto que los peruanos quechua-hablantes que salen de su tierra en busca de empleo en la capital. Aunque, tal vez, librados de esa estigmatización racista que hacemos los peruanos hispanoparlantes al calificarlos despectivamente de “motosos”.
El que nuestros niños adquieran un nuevo idioma, por lo tanto, puede ser un aporte paralelo para aprender a revalorizar a nuestros compatriotas bilingües y una gran oportunidad para una educación remedial del idioma nativo español.
Sin embargo, el aprendizaje del inglés debe pasar necesariamente por un estudio de gramática comparada, tal como tarde o temprano reconocen los propios institutos de idiomas. Su enseñanza permitirá que nuestros jóvenes aprovechen los beneficios de las fuentes infinitas de internet, “surfeen” en la ola creciente y gratuita de cursos “on line” o promuevan más efectivamente sus servicios profesionales en “la red” haciéndose así verdaderos “ciudadanos del mundo”.
[1] Tercer Mensaje a la Nación del Presidente Ollanta Humala ante el Congreso de la República. Lima 2014.