El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés), es aplicada cada tres años y tiene por objetivo evaluar a los alumnos cercanos al final de la educación obligatoria (15 años), en áreas temáticas claves (comprensión lectora, ciencias y matemáticas).
En esta prueba participan los países miembros de la OCDE y algunos invitados (como Perú y China, entre otros).
A partir de la siguiente prueba (octubre 2022), se incorporarán habilidades ligadas a la ciencia de la computación, incluido el pensamiento computacional, que implica entender cómo la computadora procesa y cómo se debe trabajar con ella para alcanzar soluciones.
El Perú ingresó a la Prueba PISA el año 2000 (con Fujimori), quedando en último lugar de 41 países, entre los cuales cinco eran latinoamericanos (que se encontraban entre los últimos 8): Argentina, México, Chile, Brasil y Perú.
El año 2009 (García) Perú volvió a ser evaluado, quedando en el puesto 70 de 74 países; en las pruebas de los años 2003 y 2006 (Toledo), el Perú no participó.
El 2012 el Perú volvió a quedar último puesto entre 65 países. Obteniendo China (con aproximadamente 300 millones de estudiantes y cerca de 20 millones de profesores) el primer lugar. Los países que se encontraron entre los primeros cinco puestos fueron asiáticos. Respecto a países latinoamericanos, Chile, Uruguay y México, salieron de los últimos 10 lugares.
El 2015, el Perú ocupó el puesto 63 de 70 países. Ese año los países asiáticos continuaron ocupando los primeros lugares, obteniendo China el 6to lugar; también se registró una mejora en el ranking de la región latinoamericana.
El 2018 fue la última prueba PISA realizada, y los 6 primeros puestos fueron orientales, con China recuperando el primer lugar; Perú ocupó el puesto 64 de 77 países. En América Latina, Chile, Uruguay y México siguieron escalando en el ranking.
Estas pruebas revelan que el continente latinoamericano es el que menos ha avanzado en calidad de educación en el mundo, sin considerar al África, que no participa.
Esto puede estar relacionado a la falta de conectividad de la que adolece la región, pues según el informe del 2020 “Conectividad Rural en América Latina y el Caribe” del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, solo un 71% de la población urbana de América Latina y El Caribe cuenta con opciones de conectividad, mientras que en la ruralidad son solo un 37%: al menos 77 millones de personas no tienen acceso a internet de calidad en áreas rurales.
Esto se agrava en Perú, donde, al 2020, cuando se inició la pandemia, se tenía solo el 40.1% de hogares a nivel nacional conectados con internet, lo que empeoraba en las zonas rurales, pues solo el 5.9% disponía de conectividad (INEI).
Estas cifras de Latinoamérica son preocupantes en comparación con los países de la OCDE, que entre el 2009 y 2018, redujeron la cantidad de estudiantes sin internet en casa del 15% a menos del 5%.
La importancia del uso de la tecnología en la educación es cada día más visible, de ahí su incorporación a PISA. Los países orientales (China, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, entre otros) son los que más han utilizado las herramientas tecnológicas en los procesos de aprendizaje, teniendo un impacto significativo en su competitividad y productividad (China es hoy la primera potencia económica del mundo).
Este uso de la tecnología marca la diferencia entre la educación occidental y la oriental, donde el Smartphone con internet ilimitado (más computadora, menos teléfono) se ha constituido en la principal herramienta de aprendizaje presencial y a distancia en todos los niveles educativos.
Hoy la competitividad y productividad de los países se encuentra estrechamente relacionada a la tecnología (construcción y programación). Es por eso por lo que, a pesar de los 20 años de crecimiento económico, el Perú no pudo generar desarrollo. Se requiere de una educación híbrida de calidad, producto de profesores digitales, aulas inteligentes, tareas inteligentes, preguntas y respuestas en línea y plena conectividad. Queda claro que no existe desarrollo sin educación de calidad.
Por ECO. José Linares Gallo