José Linares

El esfuerzo de vacunación a nivel mundial ayudó a los países a comenzar a salir de la pandemia y permitió que millones de niños regresaran a la escuela, pero los impactos duraderos de las recientes pérdidas de aprendizaje podrían durar años. La inflación de los precios de los alimentos y la inseguridad alimentaria aumentaron significativamente en 2022, y se agravaron debido al cambio climático y a la invasión de Rusia a Ucrania y sus efectos geopolíticos y económicos. Esta situación contribuyó al alza de los precios de alimentos, combustibles y fertilizantes.

Los principales bancos centrales del mundo incrementaron las tasas de interés a un ritmo acelerado, buscando contener el crecimiento de la inflación global y reducirla hasta sus niveles meta de 2%, pero aún estamos lejanos de ello. Estados Unidos tiene una inflación que promedia el 8.2%, la Unión Europea ha llegado a 10%, Colombia 10.9%, Argentina 85%, Perú 8.45%. La contracción de la demanda a través del encarecimiento del crédito puso a las distintas economías en riesgo de recesión.

Consecuentemente, hubo una desaceleración del crecimiento de las tres economías principales del mundo -Estados Unidos, China y la zona del euro-. Bajo estas circunstancias, si un problema moderado afecta a la economía mundial durante el próximo año, esta podría entrar en una recesión.

Por otro lado, la agenda contra la pobreza se estancó. Para fines de 2022, hasta 685 millones de personas podrían estar viviendo en la pobreza extrema, haciendo de 2022 el segundo peor año en materia de reducción de la pobreza en las últimas dos décadas, siendo el 2020 el peor.

Actualmente, en el Perú hay más de un millón y medio de personas en pobreza extrema.

Las actuales proyecciones indican que el 7% de la población mundial -aproximadamente, 574 millones de personas- seguirán sumidas en la pobreza extrema en 2030, un porcentaje muy lejano del objetivo mundial del 3% para dicho año.

En el 2022, se intensificó la crisis de la deuda que enfrentan los países en desarrollo. Alrededor del 60 % de los países más pobres del mundo se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en riesgo de estarlo. Por ello, no pueden realizar inversiones críticas en reformas económicas, salud, acción climática o educación, entre otras prioridades de desarrollo fundamentales. El Perú es uno de los pocos países del continente que no está sobreendeudado.

En la primera mitad de 2022 se produjo una de las mayores perturbaciones en los mercados energéticos internacionales que el mundo haya visto en décadas: se dispararon los precios de la energía (el petróleo llegó a 120 dólares), se agravaron la escasez de energía (gas) y las preocupaciones por la seguridad energética, y se desaceleraron aún más los avances hacia el acceso universal a energía asequible, confiable, sostenible y moderna para 2030 (Objetivo del Desarrollo Sostenible).

Con relación a la crisis del aprendizaje, se estima que la tasa de pobreza de aprendizajes en los países de ingresos bajos y medianos puede haber aumentado al 70% en 2022.

Si estas pérdidas no se revierten, provocarán una reducción de la productividad futura y de los ingresos a lo largo de la vida de los niños y jóvenes de la generación actual, y también perjudicarán las perspectivas económicas de los países, conduciendo a una mayor desigualdad y mayores riesgos de malestar social. El Perú fue uno de los países más afectados respecto a educación, pues ni profesores ni estudiantes ni el Estado estaban preparados para la digitalización de la educación, hoy principal objetivo de los sistemas educativos en el mundo.

Los países deben dar prioridad a cuatro áreas clave de la educación para afrontar estos desafíos: 1) Mantener las escuelas abiertas y aumentar el tiempo de instrucción vía digitalización de la educación; 2) Evaluar a los estudiantes y equipar a los docentes con los recursos necesarios para adaptar la enseñanza a los niveles de aprendizaje de los alumnos; 3) Racionalizar el plan de estudios y centrarse en el aprendizaje básico y; 4) Lograr un compromiso político a nivel nacional para la recuperación del aprendizaje.

Recordemos que, en el Perú, se han perdido casi 3 años de aprendizajes y, sin evaluaciones, hemos promovido de grado a los estudiantes. Es preferible, que, por lo menos la escuela pública, afronte este problema prolongando un año más a cada una de las promociones, para nivelarlos, principalmente en comunicación (que entiendan lo que leen, lo que escriben y lo que escuchan), lógica matemática, ciencia y tecnología, siempre practicando valores; requisitos para mejorar nuestra productividad y competitividad, en un entorno de paz.

Por ECO. José Linares Gallo

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