José Linares

La baja tasa de crecimiento para el 2023 revela el agotamiento del efecto rebote en la recuperación del 2021 y también el impacto y los efectos de las políticas monetarias restrictivas (BCRP), mayores limitaciones al gasto fiscal, menores niveles de consumo e inversión, y el deterioro de las exportaciones; a pesar de que han disminuido, significativamente, los precios del petróleo y los granos, de los cuales somos importadores netos.

Las protestas sociales desde mediados de diciembre a la fecha, han impactado negativamente en el nivel de la actividad económica del país (PBI): en enero de 2023, la economía se contrajo en 1.4%. Se esperaba una recuperación de 3% para el año 2023, pero el PBI anual estaba disminuyendo su ritmo de crecimiento desde octubre de 2022, alcanzando al finalizar el año pasado solo 2.7%.

Por otro lado, la calificadora internacional Fitch Ratings estima que las dudas sobre la capacidad del Perú para recuperarse siguen latentes, ya que espera que la inversión siga debilitándose, así como el crecimiento económico en el corto y mediano plazo. Mantienen la calificación de Riesgo Moderado BBB, pues esperan que el PBI peruano crezca este año y el próximo en 2%, lejos del 3.0 previsto por las autoridades peruanas.

A estas proyecciones, se debe añadir que la falta de obras de previsión de las últimas dos décadas, contra desastres naturales por las lluvias torrenciales, como las ocasionadas por el ciclón Yaku, viene causando estragos que impactarán negativamente en la producción del mes de marzo y abril, generando desabastecimiento, que se podría reflejar en mayor inflación. La declaración de la emergencia de 42 distritos por el Gobierno y la generación de nuevos bonos para la población afectada, para los agricultores y para la reparación de daños de la infraestructura, también contribuirán al aumento de la inflación proyectada.

A lo anterior se suma el que, en marzo de 2023, la política monetaria mantuvo, por segundo mes consecutivo, la tasa de interés de referencia en 7.75%, al considerar que es suficiente para controlar la inflación, sin provocar recesión en la economía. Pero ha señalado que ello no implica el fin del ciclo de alzas en la tasa de interés.

El BCRP proyecta una tendencia decreciente de la inflación interanual, y estima que la tasa de inflación cerrará el 2023 en 3%; sin embargo, en febrero registra una tasa anualizada de 8.65%, ligeramente más baja que la registrada en enero: 8.67%. La expectativa de inflación a 12 meses se redujo de 4.62% en enero a 4.29% en febrero.

El tipo de cambio, que mantiene una tendencia a la baja de 4.2% al cerrar el 2022 en 3.81 soles, continuó con esa tendencia, llegando a 3.78 a mediados de marzo de 2023, influenciado por la imprecisión sobre la subida de tasas de interés en marzo de la Reserva Federal (EE.UU.), que se decidirá a fines de mes, con expectativas de 50 puntos básicos, dependiendo de datos de empleo e inflación.

Por otro lado, existe una presión a la baja del dólar en el país que se daría entre el 15 de marzo y 15 de abril, por el pago del impuesto a la renta de las empresas mineras, aunque hay suficientes dólares en el mercado y reservas internacionales netas (74,073 millones de dólares).

El MEF señala que la inversión programada (pública, privada y público-privada) para el 2023, supere en 13% lo ejecutado en el año 2022, a través de proyectos de gran impacto como: la Ampliación del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, el Terminal Portuario de Chancay y la Línea 2 del Metro de Lima y Callao por US$ 1,300 millones, duplicando la ejecución de 2022 (US$ 646 millones).

Las grandes empresas mineras como Las Bambas y Quellaveco tienen proyectos de ampliación y seguirán invirtiendo. El Gobierno tiene proyectado este año inversiones de alrededor de 7,000 millones de dólares, dos proyectos este año y dos el próximo, alentados por el mercado internacional del cobre y particularmente del litio.

Sin embargo, la crisis política hace que se mantenga la situación de incertidumbre, y mientras no existan reglas de juego claras y relativa certeza de que no habrá cambios políticos ni en materia económica (particularmente la tributaria y la regulatoria), los inversionistas seguirán a la espera.

Por ECO. José Linares Gallo

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