José Linares

Esta reflexión se relaciona con 4 artículos anteriores y con el reciente informe sobre la concertación, labor histórica pendiente en el Perú, donde se aprecia que la historia republicana del Perú está marcada por la inestabilidad política debido a los frecuentes golpes militares, lo que me ha llevado a la conclusión de que cada día menos peruanos creen en la política y mucho menos en sus actores.

Por todo lo que ha pasado en estos 201 años, sabemos que seguimos enfrentando los mismos problemas, pero con actores distintos. Actualmente, la confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo está trayendo gran inestabilidad política y desconfianza dentro y fuera del país, lo que ha inmovilizado inversiones ya aprobadas tiempo atrás.
Debido a esto, la concertación es la única forma de asegurar, sin interrupciones, la transferencia al 6to gobierno democrático consecutivo (2026) en lo que va del siglo XXI; todo un récord para el Perú: Toledo, García, Humala (5 años cada uno), Kuczynski, Vizcarra, Merino, Sagasti (4 en un periodo) y Castillo (iniciando su segundo año de gobierno, en crisis). Nos estamos acostumbrando a aceptar que no importa quién tenga la razón, lo importante son los votos; es decir, mercantilismo político puro.

En este contexto corresponde al presidente de la República convocar, simultáneamente, a todos los representantes del Estado (el Ejecutivo y el Legislativo), del empresariado (grande, mediano y micro) y de la sociedad civil (sindicatos, academia, colegios profesionales, iglesias y retirados de las fuerzas armadas y policiales), a través de una concertación tripartita, que nos permita crecer económica y socialmente, con un compromiso vinculante entre todos los actores.

Para un país impredecible, como lo viene siendo desde hace un buen tiempo el Perú, no existe mejor seguridad que una concertación entre todas las fuerzas vivas de la nación: si todos asumen su responsabilidad, se da seguridad para que las políticas públicas sean efectivas y se logren objetivos comunes. Y se da seguridad a los empresarios (nacionales e internacionales) para que inviertan; única salida de la crisis económica y social, que permitiría que el PBI crezca y, al mismo tiempo, se genere empleo formal y termine la pobreza y pobreza extrema.
En el Perú ya hemos tenido intentos de concertación, la más reciente fue el Acuerdo Nacional, que, lamentablemente, a pesar de que institucionalmente se mantiene, al no ser vinculante, no ha generado ningún impacto significativo, debido a que la mayoría de sus acuerdos no se cumplen.

La experiencia en torno a la formación de la Unión Europea, que encontró su sustento técnico en el proyecto ESPRIT (información y estadística productiva para unir a los países miembros), debe servir de ejemplo para el Perú, para que, entre los actores políticos y productivos del país, se logren ciertas áreas de consenso.

También, deberíamos recurrir a la Cooperación Internacional, para obtener seguridad técnica de calidad y especializada sectorialmente, gerenciados con medios digitales, lo que nos permitiría avanzar en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También es necesario generar grupos de trabajo con apoyo de la OCDE, que viabilicen la integración de Perú a esta organización (algo a lo que todos los peruanos aspiran), lo cual aseguraría políticas públicas adecuadas y con un correcto manejo desde la gestión pública.

Actualmente se considera que a mediano plazo podría profundizarse una crisis mundial, donde tres serían los temas más importantes: el agua, la energía y la alimentación.

Nuestro país no solo podría afrontarlas con ventajas comparativas, sino también exportar sus excedentes a buenos precios. Entorno al agua, hay que destacar que en el Perú existe el 10% de las reservas hídricas del mundo. Con respecto a la energía, contamos con diversas caídas de agua, capaces de generar energía hídrica, así como también gas natural, ambos limpios y capaces de reemplazar la importación del petróleo, del cual somos deficitarios en un 80%.

Respecto a la alimentación, ya hemos dado al mundo la papa, y actualmente contamos con distintos cereales de alto valor nutritivo, que deberían servir para alimentarnos y para exportar. También contamos con el mar más rico en peces, que deberíamos aprovechar no solo a través de la exportación de harina de pescado, sino utilizando apropiadamente las proteínas para la alimentación humana nacional e internacional.

Todo ello requiere estudios de viabilidad, priorizados a través de una adecuada planificación e inversiones en obras de macroinfraestructura, que requieren inversión externa, para lo cual se necesita que el Perú sea un país seguro, descentralizado y con una economía formal.

El país demanda gobernabilidad y continuidad democrática, con estabilidad política sin corrupción.

Por ECO. José Linares Gallo

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